Te hacen creer que el aire pesa menos
si lo respirás de su mano.
Que hay una escalera
aunque solo subas y bajes
en el mismo escalón.
Te dicen que trabajes,
que hagas,
que sigas,
y mueven la meta
antes de que llegues.
Te hacen sostener
lo que no existe,
levantar paredes de viento,
empujar un reloj
sin agujas.
Y cuando todo cae,
cuando preguntás
dónde estaba la promesa,
te miran
como si el error fuera tuyo,
como si hubieras entendido mal.
Pero ellos siguen de pie,
ajustando sus palabras,
afinando sus mentiras,
como si la verdad
fuera solo un error de percepción.
Vos,
que moviste la piedra,
que empujaste la rueda,
que levantaste lo invisible,
mirás el polvo
y sabés
que mañana volverán a decirlo.
Y que alguien,
otra vez,
lo creerá.
Tal vez vos.
Tal vez todos.
Y el semáforo cambiará de color,
las puertas se abrirán,
las máquinas seguirán zumbando,
y nadie preguntará
si esta vez es distinto.