19.1.25

El Ruido que Vuelve

Vas a quedarte solo.

Y no porque las estrellas 

lo vaticinen,

ni porque yo lo escriba,

sino porque todo apunta a eso.

Y lo sabés.


Es lógica pura

las noches vacías,

los mensajes que dejaste 

morir con la cerveza,

el cigarrillo que prendés,

ese gesto cansado de apartar 

el humo

que vuelve una y otra vez,

como todo lo que no resolviste.


El karma no existe,

pero si te consuela llamalo

 justicia,

o equilibrio,

o algoritmo cósmico,

está bien.



Tu felicidad fue un chiste

 reciclado que ya no te hace

 gracia.

Tu tristeza, una notificación

 a las tres de la mañana

que abriste desesperadamente. 


Y ahí estás,

el humo  te sube 

y pensás:

¿habrá alguien más,

en este mismo momento,

mirando el humo de otro

 cigarrillo

y sintiendo algo parecido?

O peor,

¿habrá alguien mirando el

 humo de otro hombre,

en otro cigarrillo,

y sintiendo amor?


Tu mundo no es más que eso,

un montón de personas

corriendo para que no las deje

 el tren.

Pero el tren no llega.

Nunca llega.


El cigarrillo se consume lento,

como vos.

Te hace creer que todavía hay

 tiempo

para cambiar algo,

o al menos decir algo más

 profundo

antes de que se apague.

O pedir perdón,

aunque no haya nadie para

 escuchar.


Pero no hay tiempo.

Nunca hubo.


El ruido de lo que hiciste

es más fuerte que cualquier

 palabra

que intentes decir ahora.

Ese ruido crece,

se expande,

llenándolo todo,

como el eco de las piedras

 cayendo

una tras otra,

sepultándote.


Y ahí estás.

Sentado en un bar 

con olor a rancio,

tomando una cerveza tibia,

el vaso empañado por tus

 dedos, cansado de esperar.

El teléfono en tu mano,

como una esperanza.

Pero nadie va a contestar.

Y lo sabés.

El tren no va a pasar.

Y el humo sigue subiendo,

torciéndose en el aire.

Eso es todo.

Eso sos vos.

Y tenés miedo.

Nada muere. Todo cambia de forma (y al final, probablemente, te reís)

  Nos pasamos la vida entrenando para cosas que nadie nos pidió: rendir, parecer productivos, tener éxito en algo que no entendemos del tod...