24.1.25

Ramito de Violetas



Escuchabas esa canción

como quien intenta

 comprender un idioma

 perdido.

Un ramito de violetas, decías,

y yo no sabía si era para alguien

o simplemente flotaba,

como un recuerdo que no pide

 permiso para quedarse.


El gatito parlante repetía su

 letanía,

una y otra vez,

hasta que la melodía no era

 música,

sino un espacio vacío,

un eco que caía sobre nosotros

como polvo en una habitación

 cerrada.


No era amor,

era algo más antiguo

compasión tal vez,

o el roce de dos almas gemelas

que nunca aprendieron a

 tocarse.


Eran vestigios,

pétalos arrancados por un

 viento que ya pasó,

y aun así,

nos quedábamos ahí,

 escuchando.


El ramito nunca tuvo dueño.

Era solo un intento,

un hilo frágil tendido entre el

 silencio y el olvido,

y nosotros,

tan quietos,

dejábamos que todo pasara

como si no hubiera otra forma

 de amar.


Las violetas

ya no eran más que aire

pero, por un momento, 

nos pareció  suficiente.

Nada muere. Todo cambia de forma (y al final, probablemente, te reís)

  Nos pasamos la vida entrenando para cosas que nadie nos pidió: rendir, parecer productivos, tener éxito en algo que no entendemos del tod...