Un día, alguien te nombrará
y no sabrá quién fuiste.
Dirán tu nombre en una mesa cualquiera,
entre el sonido de los cubiertos,
entre la risa de los otros,
y será como nombrar la lluvia
después de que ha caído.
No habrá historia,
no habrá rostro.
Solo un hueco en la voz,
como el eco de algo
que nunca estuvo del todo.
Serás la sombra de un árbol
que nadie recuerda haber visto,
el polvo en una habitación
que hace tiempo dejó de ser casa.
Serás menos que una ausencia,
menos que un error en la memoria,
menos que una palabra
que alguna vez tuvo dueño.
Y cuando el mundo siga girando,
cuando el día cambie de color
sin que nadie note la diferencia,
no serás olvido,
ni recuerdo,
ni sombra.
Serás la pausa entre dos frases,
el silencio antes de cerrar la puerta,
lo que nadie dice
cuando ya no hay nada más que decir.
Y después,
ni siquiera eso.