9.1.25

El Olor de los Hospitales


Siempre en los hospitales,

como si mi designio fuera un poco eso

ser el bastón de alguien ciego,

la sombra de un cuerpo

que espera sin moverse.


Espero buenas noticias,

las imagino doblando una esquina,

entrando en la sala

pero el hospital no sabe de noticias

solo de voces que llaman,

de puertas que se abren y cierran.


El olor del hospital no es solo un olor.

Es un aire espeso que no se va,

un color sin forma,

el eco de un aliento cortado,

el alcohol seco

evaporándose en el suelo.

Las luces blancas no son blancas.

Son la ausencia de sombra,

el reflejo de algo que no vemos

y todo lo que ocurre aquí

parece ocurrir siempre.


Los nombres flotan en la voz de alguien.

Números, papeles.

Yo adentro del hospital,

siempre adentro,

como si el aire de afuera

no existiera para mí,

como si mi cuerpo

hubiera sido hecho

para estos pasillos,

para este olor,

para esta espera.


Y cuando me voy,

si es que me voy,

el hospital sigue en mí.

El olor se adhiere a la ropa,

a la piel,

al pensamiento.

como un hilo invisible

como la sombra de algo

que nunca termina de irse.

Es una voz que nadie dice.

Es un pasillo sin final.

Es un nombre que llaman

y que, por un instante,

creo que es el mío.

Lengua Madre

 Imaginá esto, una mujer se sienta frente a una computadora vieja, en Colón, con un ventilador que hace un ruido que podría ser una vocal qu...