14.1.25

El Oficio del Corazón

Un corazón que no canta

es un faro sin luz,

una brisa que no agita los

 árboles,

un mar sin la memoria de sus

 olas.


No basta con latir,

debe erguirse en su altura,

hacer del aire un signo,

del silencio, un resplandor.


Porque el que calla se vuelve

 piedra,

piedra dormida en la hondura

 del mundo.


Pero el que canta—

con su pulso, con su fiebre, 

con su noche—

es la brújula de lo invencible,

en el eco de su propio incendio.

Lengua Madre

 Imaginá esto, una mujer se sienta frente a una computadora vieja, en Colón, con un ventilador que hace un ruido que podría ser una vocal qu...