9.1.25

De los dos uno

 


De los dos, uno.

No porque el otro se haya ido,

sino porque el río no guarda

la forma de quien lo cruza.


De los dos, uno.

No porque el amor se acabe,

sino porque el viento,

al tocar la hoja,

ya no es el mismo viento.


Nos amamos en el borde del tiempo,

como la luz que muere al nacer,

como el eco de un pájaro

que no sabe que canta.


No hubo más que lo que fue,

ni menos que lo que hicimos.


Y ahora,

el río sigue sin nosotros.


El viento dobla las ramas

como si nunca hubiéramos estado.


La luz cae en el mismo ángulo,

sin urgencia,

sin memoria.


De los dos,

uno.

De uno,

nadie.


Y sin embargo,

el agua, al tocar la orilla,

parece recordarnos.

Lengua Madre

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