21.10.14






Como una bailarina sobre la Luz del agua























Todo lo dan los dioses, los infinitos,
a sus favoritos, todo:
todas las alegrías, las infinitas,
todos los dolores, los infinitos, todo.
Goethe.



















algunas personas
pintan otras cantan
otras bailan
otras escriben
otras hacen
lo que pueden
con lo que tienen
las demás supongo
lo compran todo hecho
inclusive las palabras

Quizá la poesía no sea nada más que agarrar
'la presencia ausente de lo amado', dice Gelman


rueda en la arena
la materia
invisible del lenguaje
hacia el fondo profundo
de todas las cosas
rincón de tiempo
quizás perdido
reconciliado
o solamente tiempo

qué escribe un poema
que se prolonga
en cada esquina
serán sueños
notas musicales
sonidos de tambor
dolor profundo
de la primera copa
que se abre y florece
con la marcha ciega
de aquel ritual de uvas
trago a trago
o al fin de cuentas
nada

qué escribe un poema
¿a quién le escribe?
de quién es el gesto
del que habla
qué lo hace bailar
en la fogata
de los desesperados

¿cómo nace un poema horizontal?
pegado a damas solitarias
pobrecitas
huérfanas ellas del amor
del sexo y todo
mala suerte irse
antes que cante el gallo

cómo dice un poema
lo no dicho
con qué capacidad
cambia el reloj
que apunta el minutero
que todo lo sabe

de dónde saca fuerzas
para pasar la noche
y el día siguiente
del después

qué se dice del poema que entra
se aferra a las arterias
en sístole y diástole
coordinación perfecta
del agua dulce el agua
mansa cuando se tiene sed

un poema gana lo perdido
encuentra la ausencia
se la suma

será que todos
giramos por igual
será que pagamos
alguna cuenta rota
de palabras ausentes
que suelen juntar
todos los nombres
solamente
¿por no poder decir?

sobrevive un poema
en los noctámbulos
al ras de la más bella palabra
que nunca la encuentran
por ser bella 
y parece que se mueren
pero no

supongo que antes
de que la nada brille
muera el ocaso
termine el cuento
o broten los después

con o sin nosotros
nacerá el poema
un poema quizás
el que nos salve









La bailarina
reposa los pies
en el agua
como si llevaran
adentro su tristeza.

Cierra los ojos
para imaginar
el enlace natural
donde las cosas
perfuman
otro páramo.

Se equivoca
maldice la emoción
todo se pasa.










Dejé que las piedras
taparan tu nombre.
Que  te comieran
la lengua los ratones
y  lo sacro se hundiera
conmigo en el abismo.















Se trillan las palabras y el desgaste
Quién dijo que todo estaba
Escrito.

Llueve ¿y qué? nací con
la lluvia
              y soy de la lluvia
esta respiración.

Cuántica en la piedra
¡y adiós a los muertos!
solos llegarán los tiempos
pero ahora
                     No.

Ahora lo que soy,
o lo que es mío:
el gesto,
               la rotación de noche
en dragones de las constelaciones
junto con los sueños.
Uvas del dulce  vino
de  Li Po.

Algún día mío el tesoro de mi lado
que luego será un río y tarde
o temprano de rocío
como el ruido más profundo
de las aguas.



Huidobro

Otra vez casi amparándose
en el último soplo de la noche
vienen a mí.

Vienen a mí sobre la luz cenizas
como anunciándole perfume
de mentira a la cárcel que silba.

Por los hilos como los pájaros
cuando íntimos descifran
mañana en claridad.

Para todos será cuestión de fe.

Vienen a mí por ebrias del exilio
y oscuras caen Vicente
tus palabras  para bordar mis ojos.









quedan escritas:
la respiración
las horas
la canción

 los naipes
 el tiempo abierto
 y el después

los signos
las sombras
la puerta abierta
la locura

las sobras
la comunión
los besos

los santos sin luz
los días las noches
la caída

el hambre feroz
la incertidumbre

la copa de uva
sacramento
elixir de un mortal

la voz
tu nombre que gira

las letras
el sexo
la fragancia

la mesa predispuesta
el pensamiento intacto

las sentencias
el puño cerrado
como un boxeador
la bailarina

el blanco y negro
sin un gris
la gama de colores
y las gracias

los coleccionistas
las ilusiones
la vida
las mentiras

el humo
el asco
los sueños
                                            
parientes 
la ausencia
la piedad

la amargura el río                                               
lo que importa
el agua pendiente  manantial
el templo el páramo
el poeta.



































Silencios como flechas

No caben en mí tantas preguntas.
Se resbalan en medio del poema
en medio de las sombras y el silencio.
Arrastran en sí a sus designios.
He perdido la visión del mundo.







No era el animal lo que giraba

Eros da hilo al cabestro tejido de años luz,
brioso cuando el tiempo minúsculo corteja
una leve voladura bajo la curva aérea.

Filtra su llaneza en la palabra y de repente
navega al ras del reino etéreo y fugitivo,
tormenta fértil cuando acude instantánea
para encender mística su orilla, designios
que anida todo o nada en su profundo mar.

Quizás el amor los hace indignos
vertiente pura donde chispean aún acertijos,
felicidad a medias, poniente de sonrisas,
diagonal de sueños, destinos, talismanes
sembrados todos de eléctricos instantes,
pasión que sólo dibuja aquel lenguaje.

Al aire voltaje alto, vestido mineral,
ardiente, regido por una gran legión
de guerreros con una insignia pura,
bebiéndose del cántaro su agua.

No era el movimiento de un caballo
montando sombras bajo el bullicio,
no, no era el animal lo que giraba
desterrado mezclándose en la luz
comiéndose de ella la mitad.

Eran iguales en bifurcación partida
evocando la eterna lucidez de inmunes
constelaciones bajo los signos de agua.

Destinados a gozar, ser únicos de especie,
era amor del puro y no otra cosa lo que hacía
el milagro de los dioses pararse sólido frente
al tálamo desnudo del origen, regocijarse
acaso, hubiera sido esto en otro ocaso.

Geografía del deseo, albor de saberse
concretos al calor de aquel fuego sujeto
hacia la gloria, eje templado en espiral,
majestuosa danza de flechas arqueadas
que parecían rugir volcánicas
al son del brillo humedecido
en el galope izquierdo de un timbal.


  

retorno por donde va la hoja en su costado
como las palomas que advierten el final
pero abajo está la libertad
la lengua
un gol el cántaro
el ojo que se aparta

desorden
la poca inteligencia emocional
la incongruencia
nada es fácil

me recuesto en el imaginario
vuelvo tímida a pensar
en lo que no se nombra

la compra y venta de la noche
la noche gris trenzada
las malas compañías
pocos amaneceres
las mentiras los aviones
los malos poetas los años 35
todavía se escuchan los perros
los perros y el aullido

a ciegas la calle de Santiago
un cuento como en la calle tuya
que sólo yo me sé

abajo del párpado
los sueños como un borroso mapa
abajo está la biblia los augurios
el acto fallido y la comparación

para la miel un gesto tuyo
único impregna  la memoria

todo es posible se abre la boca
el brillo fugaz en la mirada
lo grande lo pequeño en la canción

cierro los ojos como una arqueología
como una procesión en lo caliente
la gente pide lo que no puede dar





Mortales

¿En la pobreza qué se puede hacer
                           más que cantar?
Danzamos aire en la garganta
trenzamos el paso veloz de la música
que emana sudor en la poesía
fugándose  la inútil realidad en el papel.

Hacia la medianoche por donde el fingimiento
ponemos total indiferencia incluso
dejamos que el agua corra hacia su cauce.

Suficiente que somos mortales en el tango inconcluso.

Una vez más por donde el iris se acuna con el viento
infinitos como una ceremonia lloramos muy bien
aquel exilio en una estampita de mujer.






en la imperfección quizás
estén los signos que buscamos
en la serenidad los libros
a modo de relámpago de dios
o de los hombres que viajan
contra corriente pura
bañándose en los ríos de las uvas
¿y la hermosura dónde?






Sábete Sancho que estoy triste, ¿de qué se acuesta el hombre
para morir?
Gonzalo  ROJAS

Sin embargo aún quedan las letras
envueltas sobre la realidad en cambio
para las muñecas donde la porcelana
de niñas sin su té, les queda aún para su goce
jardines babilónicos, limoneros torcidos
y todas las  mentiras para creerlas suyas.

Para los desconsolados la mala poesía
los ojos mal paridos por una inclinación
al ritmo izquierdo.

El exilio de pie, todos los muros
en lo que no se nombra.

Para los lamentos los míseros costados
sin embargo arriba se desgarran las flores del jardín
los sueños paridos por oscuros que en minutos
se vuelven testigos del agua y de a poco
descosen  nuestra sal.

Pero nos queda el vino de los dioses que gime
como gimen los ojos la tristeza
como lloran los hombres el silencio
y las mujeres adhieren su cara a la pared
sólo para callar.
Aquí que nace nuestro origen
en la elección abierta sobre sombras.

Sabemos quiénes somos.
Ya nada nos confunde
                               - mejor es que lo sepan-
De pie se muere nuestro templo.


  

Templaremos el agua en la guitarra
se desvestirán de a poco los silencios
hasta temblar descalzos.
Así será la reverencia marina natural
por las esquinas desnudas de la piel.




La mañana se inclina bajo el cascabel,
codician las serpientes un canto,
mudan la piel en el último vestigio
verano, arena y más arena.

El miedo adquiere en ellas
la forma del tormento
así se enrollan las especies
de gozo y de saliva.
descosen del vértice del puente
la desesperación por la comida.

Quién me nombra así donde no existo
 ni soy pan, ni carne, ni bebida.

Llevo el color de la tarde
las manos perfumadas
la vieja voz del universo
 el torso firme
los pies sobre la tierra
y cierro los ojos como el agua.




Un ojo ciego  no sabe a quién reclama.
Probar el infierno parece ser más fácil.
El paraíso no. Es otra cosa.

Los dioses se han vuelto aciagos por las sombras
el ocaso se ha resquebrajado sobre el odre
se ha partido como parten la noche los enigmas.

La luz se esfuma y lo que no te dieron
con el nombre, créeme ya no te lo darán.
Maleficios, conjuros tirados estrepitosamente,
ubícalos mejor o invéntate el silencio shangri-la.

Por última vez es que te advierto
ahora es que estás sola
en esta soledad es que se empieza.
El día de hoy lo sabes.





Virtud tan miserable
                                                   
este viaje
en la nada y para nadie
este fragmento roto
de uno mismo.







latidos de gotas dragan pensamientos
brillan hilos sobre un papel soñado
emanan perfume de germinación
ella orfebre parece derrumbarse
  


                                                                 
No es
por la boca
que los peces mueren

y bailan
fugaces los anzuelos
alzándolos al aire
mintiéndoles la tierra prometida

Mueren por la tristeza de no saber decir







Los místicos dragones viran su fuego al mar
allí yace la paz en toda superficie.
Distante es donde voy.
Ahí mi nombre.





Aquí

La esencia del tiempo
es sólo una variable
de todos los relojes
que ahora se apagan
para saber la hora exacta
en que vendrás.



  



perfumada en agua de torrente una pollera
pone en pie la forma de mujer
callados testigos absortos de la belleza
iluminan el enérgico paisaje

de boca la pollera teje conversaciones
blandos deseos a la sombra

niega al mundo cierta mirada que cale:
los temidos frutos del amor
circunvalaciones en los pensamientos
notoria claridad de las palabras
imágenes mentidas humanas falsedades
recorren hilo por hilo la menuda falda

el hombre tiene el deber
eufórica obligación de echar un vistazo
a ese desnudo cuadro distraído a los impulsos
en las finas curvas de la tela

cataratas enredadas en un cuerpo
más que un par de remos metidos en una falda
destellando una mujer

el fuego por dentro tiene que ceñirlo
en pensamientos de fecundación
para desvanecerse sigiloso ante magnánima fiesta

cuando una mujer goza pollera
serena desconsuelos en un pequeño estanque
que pega con la intensa fuerza y furia
de un minúsculo volcán en erupción
entonces el ecosistema revienta
fantasías relucen como fondo de moneda

hombres dislocados se trepan
a valientes barcos de vapor
les repiquetea en la nuca violento aire
brizna: viento de verano
el juego de motor en acelerados latidos
se activan con el roce voluptuoso de la piel
y luminosos chispean caracoles salidos de la costra

germinan diálogos en las frágiles costuras
que se mecen en obrera prominencia
donde brota pasión por todos los costados
no hay mancha floja al desgranarse
el humo dibuja sencilla arquitectura

una mujer con pollera fabrica atractivos saltos
gobierna el vientre e inclina la figura
hasta ahogarse en el apareamiento
con lucidez engendra gemidos mortíferos
que despliega en círculos y en la espalda los extingue

baraja en haz de espadas como redes
del color de un manantial y en húmeda calma
lleva fuego mordiendo la cadera

tímida es la rama de visiones torcida y compleja
explosión es la libertad en el hombre

en su hermosura bailan pájaros a la sombra
moja las costas de voluminosas miradas
donde celos y amores
están burlando la contemplación

lleva la tabla de los mandamientos al revés
reflejo de pura agua viva
metida dentro de lo espontáneo

cuando el diáfano sol alborotado
vuelve cristal la pila de su divinidad

el hombre delira ante la huella
se le enamora el pecho con anhelo
de estar por debajo acariciando
los pliegues de la falda

con discurso varonil cautivo de la vergüenza
finge que la flor peregrina no lo ciega
flechas y arquero en la dulce danza del género

una pollera tiene el atrevido deseo de la locura
musicalidad al paso del agua
envuelve lo humano con promesas
de caricias y furtivos besos

pero primero al hombre para aprisionar
su vista a la deriva le convendría saber
qué lleva una mujer cuando pone piel en la pollera



´Amo las cosas que nunca tuve
con las otras que ya no tengo´
Gabriela  MISTRAL.


Si supieras qué piedras topadoras
resplandecen en la orilla y aún rugen enigmas
cuando jardines babilónicos se pulverizan
con el soplo traicionero de algún viento.
Aire de la desdicha y todo va constante
en la mudanza profunda de la noche
que come donde lo más abierto
de mi mano.

Ahora da miedo el oxígeno vestido
de pacto en esa mariposa urgente
resignada a toda salvación.

Duele la verdad, siempre ha dolido
en mi pobreza estéril cae el humo.
Si supieras lo que lloro.








La playa hunde el lema de los signos,
rotas las preguntas vibran bajo la trizadura
de los espejos que sigilosos parecen amainarse.
No hay nada más triste que ver caer el tiempo
en un reloj de arena vestido de refrán.

Los sueños paridos en la espuma
balancean ráfagas de viento,
fulgor de los instantes
milenarios lucen una voracidad
que descorcha disonante
la hermosa botella del exceso.

Visión súbita de los enamorados,
aroma del mágico conjuro que suspira flores,
éxtasis que baila una efímera belleza cuesta arriba.
Respiración en la tierra roja de un jardín.

Lumbre para la pasión abierta de los juegos
de irse y volverse como sudor de olas volátiles.
Arcaica curvatura de pieles que piensan
ardientes al tacto quedarse sin orillas.

Sentidos exquisitos, sabor arterial sobre una longa
de aire que furiosa destella resonancias cuando el Eros
terrestre relampaguea desnudo en la tormenta pétrea.
Y luego acorde unívoco, constelaciones del zodiaco,
fragmentos de cielo semejantes a una cuerda astral.

La tiranía  bailarina de los debería

Una bailarina debería sentir el ritmo de la música
en su interior como lo hacen los pájaros al viento
como giran las hojas en otoño y caen a la tierra
o al menos el ritmo en su interior confesaría fuerza.

De la misma manera    - a todo esto lo supongo-
Debería tener el paso firme, las manos perfumadas
y un brillo manso en la mirada que la dejara hermosa.

Con su armonioso paso debería almidonar el aire
en  la cadera de ella envuelta de calor sobre el verano.
Sin embargo  en su belleza la miro cínica al bailar
vacía de canciones bajo los pies del mundo.


  
Tengo tu voz
                                                                                               A Gonzalo que  VELOCÍSIMO le otorgó sentido  a tanto, a todo…

Me levanté temprano con el gallo
que trenza la mañana sabiéndote
del aire nuevo en este día
hoy 20 de Diciembre cumpleaños
del Eros de la tierra roja
comencé a buscar por latitud y longitud
de todo Chile larga según tus mismísimas
palabras: larga roja y milenaria

Con mis sandalias me fui al principio
donde el trabajador plantó semillas
fuertes bajo el mineral del Bio Bio
cerca de la pérgola de flores cuando el título
de la gran ciudad gracias a su carbón
recorrí el sur a 37 en una longitud 73
hacia el sur de Concepción por donde la ruta
y el camino al fin de cuentas se bifurcan

y nada

Encontré hombre poeta y sagitario
pionero entre otros de la literatura
veinte en número famoso de su País
luchador que nunca sale del vecindario

y nada

Pensé en tu voz y en ese fax que a veces
suele tener la ausencia por el mango
un eco que conmigo quiere arder por torcido
en izquierdo como cuando le escribo

Encontrar un escriba en cantidad
de número el uno con mayúsculas
el uno grande de los ocho del rojerío
a las once y treinta y tres de la mañana
donde a veces con la imaginación
al fluir en matemáticos números
por entonces todos equivocados
Supe lo de Teresa  con su  determinación
entonces te hallé por el Chillán
parado sobre la misma cuna de tu Patria
estabas donde la estación de ferrocarriles
con lunáticos ramales vestidos y todo
cuando pensaba yo que nadie nunca
en la estación ¡qué equivocada!

Lúcido se oyó por el tubo en lo grisáceo
hacía crujir el viento en la distancia
una burla de las constelaciones
una eterna  obertura en lo caluroso
del aire veloz cuando Diciembre
girando errada en corazón
galopando a diez mil de la carrera
hacia la gloria con la respiración

alguna vez los dos en la tormenta
hablamos del clima  que sólo llueve grande
el día en que nacieron los poetas
fortuna de las olas tan sólo para festejar
nadie se impone mejor ni habla más que el agua
quién sino el agua en el día en que nació el poeta
sonreíste y volvimos al vuelo a conversar sobre el calor
que anida en el oxígeno

hubiera querido cantarle  al de la tierra roja
su mañanita perenne merecida
por hacerme saber en éste oído
lo que significa alcanzar el punto de la cima
"si la imaginación de la imaginación me alcanza"

Hablo de la emoción de ver girar tu voz sobre la mía
hablo por lo atrevida por tus vocales esas tan hermosas
oro en tus vocales que hacen surgir la envidia
fingida y por eso misma de los dioses

De repente en la sortija del aire
comenzó a bailar el último segundo
hubiera querido tenerte para siempre
no pude hacer más que llorar
porque con la alegría roja sobre el calor
También







El ojo abre la vendimia de poetas que rezan oraciones
una y otra vez para encontrar atajos de ciudad
humea un hartazgo parecido
al encadenamiento de los pensamientos.

Cárcel de constelaciones donde las mujeres
no pueden mirar arriba de sus hombros.

La ciudad se vuelve en contra cuando amasan
sueños de cielo con las manos y en las catedrales
son sólo un instrumento de procreación.

Con una boca hermosa tragan de a poco
lo digno que les queda, así son las mujeres con sus penas,
así es como todo tergiversa el río y el aire huele
a espanto en heridos umbrales de las casas.

Ellas despegan los labios de la mesa
para empuñar misterio en los parajes,
alertas al tanteo soberbio del séptimo día,
increíble vuelo mortal de estupidez.

Las mujeres, de ojo milenario con una prole larga
desenvainan tiempo en torbellinos y de repente
todo el sistema solar pende de un hilo.

En mi ciudad de barro, desarman la pena,
la cuerean, para comerla cruda, lo que siempre falta
es explosión de tiempo, centésimas para cazar
incrédulas serpientes con la mano.

Más hondas de exceso en las miradas
que ciñen por todos los costados
cuando la metamorfosis de la naturaleza
derrocha su auge en la memoria.

En un sonido noctámbulo de pájaros
que bailan al ojo del amo para engordar ganado.

Así, galopan descalzas sobre la uva creada
con el nombre de la  reencarnación. Donde
los hombres esperan vertiginosos la caída
y compran la pureza que yace en ellas
con plantaciones de palabras errantes
 parecidas a la lluvia en forma horizontal
como un reloj que baila,  haciéndolas llorar,
allí  en lo oscuro.