Me prometí a mí misma
que nunca sería como ella.
Que nunca obligaría
a nadie a quedarse. Pero
anoche cerré la puerta,
y cuando escuché
sus pasos alejándose,
apreté la llave
en la mano...
esperando que volviera.
Imaginá esto, una mujer se sienta frente a una computadora vieja, en Colón, con un ventilador que hace un ruido que podría ser una vocal qu...