20.11.18

Taller de Poesía

Un Escritor sin un libro es como un jugador de fútbol en el banco, nunca tendremos la certeza de que juega bien.
Para comprender a un autor siempre es importante saber que leyó y a quienes leyó, la lectura no se puede escindir del autor en ningún momento. Un libro es un hilo conductor que recorre lecturas previas de otros autores, del autor mismo con el cambio que hace con los años y la palabra. Cuando leemos un libro no solamente leemos a un Escritor, leemos con él, todo el recorrido de una biblioteca.
El mundo habla un lenguaje que no terminamos de conocer, el Escritor lo intenta traducir, se esfuerza por ser un hacedor de la palabra y establece la historia, yo era uno de los muchos dice el poeta, yo soy el poema, yo soy el personaje y ahora le toca al lector ver que es lo que puede  con todo eso.
Para hablar de la historia de la Literatura entrerriana y de Poesía que permanece en la memoria de Paraná debemos recordar al Poeta Guillermo Saraví: nació en Paraná el 11 de agosto de 1899.
En poesía publicó Hierro, seda y cristal; Numen montaraz; El Supremo Entrerriano; Carne de sueño; Selva sonora; Tarde antigua.

Saraví le cantaba a Paraná:

Cuando te vayas, no me olvides nunca
porque se hará
más amarga, mil veces más amarga
mi soledad.

Otro Poeta de la Cultura regional fue Luis Sadí Grosso que también levantó su bandera y su palabra y le habló a la Ciudad de Paraná:

Ha llegado el invierno
despoblando las calles mojadas;
sombríos lkos cristales
miran con largas lágrimas
la ciudad desolada... ( Paisaje de junio) en Frío.
En Recuerdo de Paraná 1974 la describe así:
"y el agua azul de una estrella
se ve en la mano del cielo
sobre el silencio del suelo
ya reina la luna bella"

El taller o la Clínica de Poesía tiene este maravilloso nombre que se lo otorga un Poema de Wislawa Szymborska (Prowen -actual Kórnik, Polonia, 1923 - Cracovia, id., 2012)
Quizá hasta ahora no haya en nosotros nada interesante
Quizá todo esto
Quizá todo esto
esté sucediendo en un laboratorio.
Bajo una lámpara de día
y millones de lámparas de noche.
Quizá seamos una generación de prueba
vertidos de un recipiente a otro
agitados en las retortas,
observados por algo más que un ojo,
cada uno por separado
cogidos al final con pinzas.
Quizá de otro modo:
sin intervenciones.
Los cambios suceden por si mismos
conforme al plan.
La aguja gráfica dibuja lentamente
los zigzags previstos.
Quizá hasta ahora no haya en nosotros nada interesante.
Los monitores de control pocas veces se conectan.
Solo si hay una guerra, y de las grandes.
Algunos vuelos más allá del terrón de la Tierra.
O grandes migraciones del punto A al punto B.
Quizá al revés:
Solo les agraden los episodios.
He aquí una chiquilla en una gran pantalla
cosiéndose un botón a la manga.
Los sensores silban,
el personal acude.
¡Ay qué personaje es éste
con su pequeño corazón latiendo dentro!
¡Qué seriedad tan graciosa
al enhebrar la aguja!
Alguien exclama exaltado:
¡Avisen al Jefe,
que venga y lo vea él mismo!

¿Existe un lugar en la Poesía? ¿Existe un lugar en la palabra?

Tomamos a la poesía como una coyuntura de una partícula elemental del cosmos que puede transformar en los pequeños actos cotidianos, ya lo subrayara Sagan: «en la mayor parte del espectro lumínico todos los seres humanos somos negros» aunque tengamos el atrevimiento de agregarle colores, robándole al mismo cielo de su ágil abanico un arco iris, que nos cobija y nos hace saber que todos estamos bajo el mismo techo, por otro lado en el escenario mismo de la tierra, un poema se concibe en el ritmo izquierdo del timbal, gira en una danza múltiple entre miles de centenares de espermatozoides y un lúcido óvulo que se contaminan entre sí en una
gran carrera de placer, así nace un poema, que lleva la carga genética de su autor.
Sabemos que el aprendizaje es infinito y el secreto de las letras, permanece en lo no leído, en las páginas nunca antes abiertas o en las personas y paisajes que aún no conocemos y esperan en las esquinas del reloj.
Recibir el aprendizaje de la palabra en un poema que vuela, hacia lejanos rincones y llega a un punto equidistante, donde alguien no importa quién, sienta el éxtasis o mejor aún las tome tan profundas que crea confundirlas como propias, alguien que coma y beba del poema, su verdad.
Como todo producto artístico, la poesía ofrece diversión y relajamiento del trabajo y demás fuentes de tensión por supuesto que no la televisión es una forma inteligente de distracción. Cuando es buena, presenta información sobre otros mundos interiores y exteriores de los que no somos conscientes. Cuando su calidad es óptima, la poesía nos puede ayudar a ser mejores seres humanos.
La poesía utiliza pocas palabras para representar la idea más verbosa, y tiene, o
debe tener, ritmo interno. El tema no concierne solamente el lenguaje. La poesía difiere de la prosa por su musicalidad (rima), su cadencia (ritmo), y por la transparencia y simbolismo de su lenguaje.
La realidad nos orienta, contiene y estimula, del mismo modo que una serie de hechos cotidianos nos limita. Pero la poesía es siempre magnánima y profunda. ¿Cómo lo podría decir un poeta?, Césare Pavese en una sola portentosa línea lo resume: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”.